Úrsula Neilson-. Ayer, todos los asistentes al taller de Alex Carrascosa -una de las “actividades autogestionadas” dentro del Foro Mundial de Educación, Investigación y Cultura de Paz- pudieron participar en una gran y muy colorida conversación. Hablaron a través de sus “varitas mágicas”: unas largas y finas pinceles, que ya habían estado en manos de gentes de diversos países europeos y latinoamericanos, creando la magia del diálogo por el mundo. No estaban haciendo pociones; estaban practicando el “dia-tekhné”: el diálogo a través del arte.
Con estos pinceles, además de ceras, acuarelas, un poco de agua, y mucho papel, los asistentes comenzaron a hablar. Al principio, en silencio: una conversación consigo mismo, en su “casa”, un rectángulo de papel. Cada asistente creó en su casa un lenguaje totalmente personal, hecho de abstracciones, formas y colores. Luego salieron todos a la “calle”: sobre unos grandes círculos de papel, en grupos de siete u ocho personas, compartieron con los demás sus obras, desarrollándolas en el borde del círculo. En este momento comenzó el diálogo. Hasta entonces, aunque habían compartido sus obras, no se habían salido del hueco que le correspondía a cada uno de los miembros del grupo en el círculo común, dejando siempre espacio entre sus pintores vecinos. Pero después, comenzaron a hablar con sus vecinos y a pintar juntos, mezclando sus dibujos respectivos y rellenando los espacios entre ellos. Había llegado el momento de acercarse a la “plaza”, el centro del círculo. Entonces, juntos, todos pintaron, intentando acordar entre ellos una estructura para su gran obra en común. Un grupo se dedicó a salpicar el círculo con pintura, a lo Pollock, llenándolo de manchas caprichosas, pero que formaban un conjunto bello y harmonioso.
“Harmonía”. Así describió una asistente su experiencia tras finalizar el taller. Otros sentimientos de los participantes: “poder”, “libre” (adjetivo usado por la única menor del colectivo, una niña de unos 11 años), “cooperación”, “paz”… Allí es dónde Alex Carrascosa quiere llegar. Ya hay suficientes artistas que “van cronicando los desastres que la guerra produce”. La denuncia no hay que menospreciarla, menos aún cuando produce arte tan fascinante como la Guernica de Picasso, obra que se muestra como telón de fondo de todo este proyecto, que ha sido propuesto por la Asociación Centro de Investigación por la Paz Gernika Gogoratuz. Pero “interdependientemente y complementariamente a la denuncia, nosotros podemos ser constructores de paz”. Para ello, Carrascosa apela a la capacidad creativa innata en cada uno de nosotros. Usemos nuestra creatividad para desconstruir la estructura, e inventar un lenguaje nuevo, basado en el diálogo: una cultura de paz.
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