Joan Ortiz i Serra.- Si existe algo sumamente difícil de hacer después de que se haya colgado una etiqueta, esto es descolgarla. Y más cuando dicha etiqueta es un estereotipo creado por la mente de la masa social.
Los gays: ni son eternamente jóvenes, ni todos tienen un gran poder adquisitivo, ni son altamente formados ni tienen un loft en la zona alta de la ciudad. Incluso, como ironiza Rafael Moral Escudero, presidente de la Coordinadora de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de Galicia (la Colegas), no por el hecho de que te gusten los hombres, tu cuerpo y mente experimenta una metamorfosis determinada ni te obliga a vestir una marca concreta de ropa interior. Es por eso que los gays, las lesbianas, los bisexuales y los transexuales luchan a diario contra aquellas formas prototípicas que los han encasillado, tratando de demostrar que toda orientación sexual es igual de válida y que no debe ser esa un motivo de discriminiación.
Rafel Moral, quien interviene en uno de los grupos de trabajo simultáneos que se celebran el día 7 de diciembre en el marco del Congreso Internacional de Información y Derechos Humanos, cuenta que el trabajo de la Colegas en Galicia consiste, esencialmente, en generar espacios para que se puedan desmitificar los estereotipos generados alrededor de esta realidad y pueda ser mejor comprendida. Todo, en aras de una mayor convivencia e igualdad entre ciudadanos y para un mayor respeto a la diversidad.
Por la configuración geográfica humana de Galicia, el trabajo de la Colegas se centra sobretodo en el ámbito rural, donde las mentalidades siguen siendo más conservadoras. E incluso el fenómeno de la homosexualidad es considerado de tabú.
Sin embargo, romper moldes siempre es complicado. Y más todavía cuando el sistema económico pone de su parte para que el estereotipo se refuerce. La estabilización de un mercado especializado es prueba de ello: ferias para homosexuales, hoteles, cafeterías, discotecas, bares de ambiente. Incluso ferias, hasta bebidas específicas o unos juegos olímpicos no ayudan a la normalización y a la integración de quienes pertenecen a este colectivo. La Colegas denuncia esta discriminación positiva y asegura que, aunque cada vez sean más los que se atreven a hacer pública su orientación, más se empeña el mercado en mantenerlos encerrados en el consumo de su armario. Si la lucha es árdua en el campo, también lo es en la ciudad. “El sector poblacional europeo”, dice Moral, “es como el niño que aprende a ir en bici.y al que todavía no le han soltado los rodines. Cuando te los quitan tienes miedo. Pero después disfrutas mucho más”.
Rafel Moral, quien interviene en uno de los grupos de trabajo simultáneos que se celebran el día 7 de diciembre en el marco del Congreso Internacional de Información y Derechos Humanos, cuenta que el trabajo de la Colegas en Galicia consiste, esencialmente, en generar espacios para que se puedan desmitificar los estereotipos generados alrededor de esta realidad y pueda ser mejor comprendida. Todo, en aras de una mayor convivencia e igualdad entre ciudadanos y para un mayor respeto a la diversidad.
Por la configuración geográfica humana de Galicia, el trabajo de la Colegas se centra sobretodo en el ámbito rural, donde las mentalidades siguen siendo más conservadoras. E incluso el fenómeno de la homosexualidad es considerado de tabú.
Sin embargo, romper moldes siempre es complicado. Y más todavía cuando el sistema económico pone de su parte para que el estereotipo se refuerce. La estabilización de un mercado especializado es prueba de ello: ferias para homosexuales, hoteles, cafeterías, discotecas, bares de ambiente. Incluso ferias, hasta bebidas específicas o unos juegos olímpicos no ayudan a la normalización y a la integración de quienes pertenecen a este colectivo. La Colegas denuncia esta discriminación positiva y asegura que, aunque cada vez sean más los que se atreven a hacer pública su orientación, más se empeña el mercado en mantenerlos encerrados en el consumo de su armario. Si la lucha es árdua en el campo, también lo es en la ciudad. “El sector poblacional europeo”, dice Moral, “es como el niño que aprende a ir en bici.y al que todavía no le han soltado los rodines. Cuando te los quitan tienes miedo. Pero después disfrutas mucho más”.
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